Los israelíes
inventan para vivir. Por ello experimentan en todos los campos de la ciencia y
conciben todo tipo de instrumentos, métodos de agricultura, tratamientos
médicos, medicinas, equipos de comunicación y armamentos. No hay un campo de la
vida en que no se desarrollen con éxito, todo lo prueban primero en Israel y
con israelíes y luego lo ofrecen al mundo, como antes ofrecieron la Tora.
Lo malo es que
los enemigos de Israel (y de Occidente) como Hamas, Fatah, Hezbollah. Frente
Popular por la liberación de Palestina y otros tantísimos, también ensayan sus
horribles técnicas de muerte y destrucción terrorista islámica con los israelíes
primero. El primer avión con pasajeros a bordo, secuestrado por terroristas
musulmanes fue El vuelo 426 de El Al el 23 de julio de 1968 por tres miembros
del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), desencadenando una
ola de secuestros por parte del FPLP y otros grupos terroristas musulmanes. Primero
fue contra los israelíes y el mundo ni se inmutó, no era con ellos. El viejo
cuento de los canarios en la mina.
Los atentados suicidas
se pusieron de moda en los años 90, los yihadistas palestinos (de todas las
siglas)) inventaron, probaron e hicieron terrorismo con camiones cada vez más
mortíferos. Comenzaron los apuñalamientos, masacres y tiroteos "experimentando"
con los israelíes (sus más cercanos occidentales) es decir, atacaron civiles y asesinaron
madres, padres, hijos, hijas y abuelos israelíes impunemente. Los palestinos percibieron
que esos asesinatos indiscriminados y salvajes de inocentes israelíes, no solo
no fueron condenados políticamente ni desencadenaron ningún escándalo significativo
en occidente, al contrario, les valió una corriente interminable de apoyo y
solidaridad con “su lucha” en efusivos medios de comunicación liberales, una
tribuna global, un apoyo político de lado a lado, y el beneficio permanente de
cualquier duda moral de la intelectualidad occidental.
No es casualidad
que las tácticas de exterminio en masa desarrolladas en Ramallah, probadas en
Jerusalén y recompensadas en Noruega, se estén volviendo omnipresentes en
Londres, Niza y, ahora, en la ciudad de Nueva York.
Si no entendemos
que los asesinatos en masa que hoy perpetran ISIS y Al Qaeda tienen su génesis en
Yasser Arafat quien fue recompensado con el Premio Nobel de la Paz luego de
preparar y participar en asesinatos
masivos con adulación global (incluyendo, a veces, a judíos socialistas), nos
espera la más horrible derrota, no importa lo que hagamos por erradicar el yihadismo.
Los métodos que adoptamos cuando el terror golpea al Occidente como: oraciones,
respeto a una diversidad obsoleta e inoperante, preocupaciones excesivas a las
"reacciones adversas" y con frecuencia a insultos sin fin no está
funcionando. Es obvio que ya es hora de buscar soluciones más contundentes.
Asesinar matones
de ISIS en Irak y Siria, aunque me parece fascinante, no es suficiente, ahora
mismo tenemos el ejemplo de un simple conductor de Uber (como mi vecino) armado
de una visa legal se convirtió ¿de repente? en Yihadista. Los bombardeos contra
los yihadistas en Kabul y Raqqa poco han hecho para proteger a los que caminan
por los puentes de Londres, en los mercados de París, en las explanadas de
Cataluña, a los que bailan en Orlando Florida o a los ciclistas en Nueva York.
No sé cuánto
ayudaría cerrar las fronteras, pues lamentablemente ya es suficiente la
producción de yihadistas locales ya sean inmigrantes de segunda generación o
conversos nativos al nihilismo islamista, a los cuales en muchos casos se les conocen,
pero las leyes actuales o la corrección política nos atan las manos a todos y
al estado que se supone que nos proteja.
La única
esperanza por horrible que parezca es como primer paso, que nos asociemos con
árabes y musulmanes que por ser en realidad los más afectados por el terrorismo
yihadista tengan interés en eliminarlo y emprendan una guerra psicológica
concertada contra las rabiosas ideas religiosas que subyacen en la Jihad. No sé
si es posible hacerlo, de lo que no cabe lugar a dudas es que la guerra contra las
ideas yihadistas debe ser dirigida a arrancar ese árbol envenenado de raíz y no
podar selectivamente solo algunas de sus ramas. No puede haber excepciones en
la lucha contra las ideas terroristas islámicas: el veneno fétido de Hamas y
Hezbollah es el mismo que el de ISIS, Boko Haram y Al Qaeda.
Del mismo modo
que “nuestro aliado” Arabia Saudita lleva décadas colaborando y financiando las
madrassas y a través de ellas la locura yihadista, eso también puede hacerse
con una versión del islam que sea hostil al terrorismo y que le denuncie como
cobarde, poco viril y pecaminoso. Creo que, quizás utilizando además los medios
militares usuales, y alguna llamadita por teléfono a los cabecillas, como la
que recibió Yahya Abd-al-Latif Ayyash quizás puede hacer la diferencia. ¿A Ud
no le parece? A mí sí.
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