Wednesday, January 24, 2018

Árbol venenoso


Los israelíes inventan para vivir. Por ello experimentan en todos los campos de la ciencia y conciben todo tipo de instrumentos, métodos de agricultura, tratamientos médicos, medicinas, equipos de comunicación y armamentos. No hay un campo de la vida en que no se desarrollen con éxito, todo lo prueban primero en Israel y con israelíes y luego lo ofrecen al mundo, como antes ofrecieron la Tora.
Lo malo es que los enemigos de Israel (y de Occidente) como Hamas, Fatah, Hezbollah. Frente Popular por la liberación de Palestina y otros tantísimos, también ensayan sus horribles técnicas de muerte y destrucción terrorista islámica con los israelíes primero. El primer avión con pasajeros a bordo, secuestrado por terroristas musulmanes fue El vuelo 426 de El Al el 23 de julio de 1968 por tres miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), desencadenando una ola de secuestros por parte del FPLP y otros grupos terroristas musulmanes. Primero fue contra los israelíes y el mundo ni se inmutó, no era con ellos. El viejo cuento de los canarios en la mina.
Los atentados suicidas se pusieron de moda en los años 90, los yihadistas palestinos (de todas las siglas)) inventaron, probaron e hicieron terrorismo con camiones cada vez más mortíferos. Comenzaron los apuñalamientos, masacres y tiroteos "experimentando" con los israelíes (sus más cercanos occidentales) es decir, atacaron civiles y asesinaron madres, padres, hijos, hijas y abuelos israelíes impunemente. Los palestinos percibieron que esos asesinatos indiscriminados y salvajes de inocentes israelíes, no solo no fueron condenados políticamente ni desencadenaron ningún escándalo significativo en occidente, al contrario, les valió una corriente interminable de apoyo y solidaridad con “su lucha” en efusivos medios de comunicación liberales, una tribuna global, un apoyo político de lado a lado, y el beneficio permanente de cualquier duda moral de la intelectualidad occidental.
No es casualidad que las tácticas de exterminio en masa desarrolladas en Ramallah, probadas en Jerusalén y recompensadas en Noruega, se estén volviendo omnipresentes en Londres, Niza y, ahora, en la ciudad de Nueva York.
Si no entendemos que los asesinatos en masa que hoy perpetran ISIS y Al Qaeda tienen su génesis en Yasser Arafat quien fue recompensado con el Premio Nobel de la Paz luego de preparar y participar en  asesinatos masivos con adulación global (incluyendo, a veces, a judíos socialistas), nos espera la más horrible derrota, no importa lo que hagamos por erradicar el yihadismo. Los métodos que adoptamos cuando el terror golpea al Occidente como: oraciones, respeto a una diversidad obsoleta e inoperante, preocupaciones excesivas a las "reacciones adversas" y con frecuencia a insultos sin fin no está funcionando. Es obvio que ya es hora de buscar soluciones más contundentes.
Asesinar matones de ISIS en Irak y Siria, aunque me parece fascinante, no es suficiente, ahora mismo tenemos el ejemplo de un simple conductor de Uber (como mi vecino) armado de una visa legal se convirtió ¿de repente? en Yihadista. Los bombardeos contra los yihadistas en Kabul y Raqqa poco han hecho para proteger a los que caminan por los puentes de Londres, en los mercados de París, en las explanadas de Cataluña, a los que bailan en Orlando Florida o a los ciclistas en Nueva York.

No sé cuánto ayudaría cerrar las fronteras, pues lamentablemente ya es suficiente la producción de yihadistas locales ya sean inmigrantes de segunda generación o conversos nativos al nihilismo islamista, a los cuales en muchos casos se les conocen, pero las leyes actuales o la corrección política nos atan las manos a todos y al estado que se supone que nos proteja.
La única esperanza por horrible que parezca es como primer paso, que nos asociemos con árabes y musulmanes que por ser en realidad los más afectados por el terrorismo yihadista tengan interés en eliminarlo y emprendan una guerra psicológica concertada contra las rabiosas ideas religiosas que subyacen en la Jihad. No sé si es posible hacerlo, de lo que no cabe lugar a dudas es que la guerra contra las ideas yihadistas debe ser dirigida a arrancar ese árbol envenenado de raíz y no podar selectivamente solo algunas de sus ramas. No puede haber excepciones en la lucha contra las ideas terroristas islámicas: el veneno fétido de Hamas y Hezbollah es el mismo que el de ISIS, Boko Haram y Al Qaeda.
Del mismo modo que “nuestro aliado” Arabia Saudita lleva décadas colaborando y financiando las madrassas y a través de ellas la locura yihadista, eso también puede hacerse con una versión del islam que sea hostil al terrorismo y que le denuncie como cobarde, poco viril y pecaminoso. Creo que, quizás utilizando además los medios militares usuales, y alguna llamadita por teléfono a los cabecillas, como la que recibió Yahya Abd-al-Latif Ayyash quizás puede hacer la diferencia. ¿A Ud no le parece? A mí sí.


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