Friday, October 23, 2015

Potaje agrio


 

La gran diferencia de la nación Americana con el resto del mundo es su concepción de la ley y el respeto de la misma.  Con el tiempo han legislado para  mejorar su calidad de vida y vivir en un país sin la mayor cantidad de sobresaltos posible, apegados a su constitución que, incluso, para ser más justos con sus ciudadanos, ha sido enmendada varias veces.  Su éxito es evidente.  Creen en la democracia y en el orden.  Defienden su libertad individual con los dientes.  No hay otro país en que el ciudadano de a pie tenga más derechos, ni se le respete como aquí.

Algunas razones por lo que han podido lograrlo son su avenencia con la república, el estado de derecho y que, a pesar de que su política está basada - a diferencia del resto del mundo civilizado-, en sólo dos partidos fuertes, en estos se  ha reflejado, históricamente, todo el espectro del pensamiento político norteamericano.

En el partido republicano siempre existió el grupo ultra conservador, reacio a los cambios y estandarte de las ideas más retrogradas; otro grupo de derecha más moderada y libertaria y, por último, un grupo de centro derecha que comparte muchas ideas de los otros dos grupos, pero siempre fue (y creo que aún es) el más nutrido. De este grupo surgieron los mejores gobernantes que parió ese partido en su historia.

Por su parte, el partido demócrata muestra su  tricotomía: el grupo histórico de extrema izquierda,  el de izquierda moderada y, de nuevo, el más numeroso representado por los de centro izquierda que también ha producido grandes gobernantes.

Históricamente, el centro predominó en ambos partidos, se alternaron el poder de una manera sensata, evitaron en lo posible el fanatismo.  Algo muy importante es que se empeñaron en llevar una política de compromiso por el bien del país con la menor cantidad de divisiones internas posible, y donde todos sus ciudadanos, incluso los nacidos en el extranjero,  se sintieran en casa, siempre y cuando cumplieran con las leyes del país y se adaptaran a las costumbres y modos de vida optados por  la mayoría de sus ciudadanos. El famoso “Melting Pot”  donde nadie está obligado a rechazar sus origines, hábitos, ni religión y donde todos se hacían parte del “potaje”.

Por varios años los extremos han ido ganando fuerza dentro de ambos partidos y hoy podría decirse que son las voces cantantes y con mayor influencia dentro de los mismos.  De ahí, la popularidad de Obama, que lo llevó, para nuestra desgracia, dos veces a la presidencia y la preponderancia que dentro de los simpatizantes republicanos evidentemente muestra Trump en las encuestas. Triunfan, peligrosamente, la demagogia y el populismo por primera vez en la historia de este país. Ojalá podamos sobrevivirlo.

De acuerdo al censo del 2013 la población norteamericana es de 318, 857,056 de los cuales el 77.7% se considera blanco, el 17.1% de origen hispano y el 13.2% afro americano.  Estos, junto con otras minorías son los supuestos ingredientes del Melting Pot, pero desde hace años los demagogos se han dedicado a agriar el potaje logrando que las minorías se sientan alienadas de la nación resultando en el odio y la división.  Eso ha hecho Obama desde el inicio y eso es lo que está haciendo Trump, lamentablemente ambos con éxito.

El mensaje de Obama a los desposeídos ha introducido la envidia de clases en un país donde eso prácticamente no existía, pues la historia demostraba que cualquiera que llegaba o nacía aquí podía obtener el éxito que su esfuerzo y sacrificio le proporcionaran.  No todos lo lograban, pero todos tenían la esperanza y la evidencia que era, y aún es posible.  Sobran los ejemplos.

Trump dirige su discurso hacia aquellos nacidos o naturalizados que se resisten a que les cambien el país en el que nacieron o al que vinieron huyendo de las debacles del mundo buscando lo que este país ofrecía y ofrece. Este grupo es numeroso.

El establishment del partido republicano no quiere a Trump, no puede controlarlo, repudian que se expresa de una manera comprometedora, piensa que no les necesita para triunfar y gobernaría sin contar con ellos.  Les avergüenza.  Pero no creo que si al final triunfa en las encuestas y la convención preferiría ceder ante los demócratas en la conquistar de la Casa Blanca por un payaso, no sería nada nuevo, ya nos gobierna otro por siete años.

Por su parte los demócratas están en aprietos.  Sólo tienen a una Hilary, siendo investigada por el FBI, cada vez más desprestigiada y perdiendo la confianza de los suyos, mientras Obama declara su apoyo, aún antes de postularse al gris Biden.

Yo no me atrevo a predecir qué pasará en Noviembre del 2016, pero las opciones no son halagüeñas. ¿A Ud. no le parece? A mí,  sí.

 

 

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