Friday, October 23, 2015

No una noche cualquiera


 

Podría haber sido una noche más, pero no lo fue. Era viernes, La Habana sobrevivía otro cálido Septiembre y el destino me jugaba una buena pasada. D-os me ponía a prueba y me deparaba un premio.

Era un momento raro en mi vida, era libre y no quería serlo. Luego de haber tenido una relación con mi exesposa (en ese momento) por más de 8 años entre noviazgo y matrimonio, y que gracias a ella y a su maravillosa gente había encontrado primero, y formado después mi propia familia, me veía de nuevo en el limbo y para mi sorpresa intuía que mi vida estaría siempre incompleta sin su presencia y la de nuestro hijo. Hacia dos meses que estábamos divorciados y mes y algo que  disfrutábamos una relación secreta y excitante, no éramos ni novios, pero nuestros furtivos encuentros eran tan o más apasionados que cundo nos conocimos apenas saliendo de la adolescencia. Todo esto  luego del escándalo y el dolor que a ambos nos produjo nuestro divorcio, por lo cual yo era único y absoluto responsable. El desafío era re enamorarla y que volviera a confiar en mí, descubrí que la amaba como no había amado a nadie y que mi autosuficiencia se desvanecía por la necesidad de su cuerpo y de su alma buena.

Mi plan era reconquistarla y reconstruir nuestro hogar, no les cuento todas las artimañas que emplee, pero les cuento esta que complicó y aceleró los acontecimientos.

El edificio era como muchos otros construidos en la zona conocida por Centro Habana en los 40 con una mezcla arquitectónica entre lo barroco y lo Art nuovo tenía más de 10 pisos y como siempre, el elevador estaba roto. Los muchachos jugaban al taco en la calle  mientras los adultos se sentaban en el quicio de la entrada o se asomaban por las angostas ventanas huyendo del calor. Varios vecinos se enfrentaban a las empinadas escaleras cargados de latas de cinco galones donde transportaban agua hacia sus apartamentos, ya  que como siempre la bomba se negaba a subirla desde la cisterna.

En uno de los pisos altos vivía una peculiar pareja de amigos con los cuales habíamos compartido muchos momentos importantes, de alegría y de pena, y que ya no están en nuestro círculo de amistades por razones que no merece la pena explicar, pero les quisimos mucho, por muchos años, la vida nos da sorpresas. El apartamento tenía dos espacios, era compacto, aunque de puntal alto, lo que contribuía a que la brisa marina que penetraba por la ventana y el balcón proporcionara  una temperatura agradable. Constaba de una pequeña salita contigua a la cocina, un baño y una habitación para dormir. Magaly era de esas mujeres de la vieja escuela que mantenían la casa impecable por muy modesta que fuera.

Yo buscando su “alcahueteo” propicie que nos reuniremos allí, para hacer una comidita intima, tomar unos tragos y que entre los dos, testigos de nuestra vida y ceremonia “divorcial” la imbuyeran a sellar la reconciliación, que no sin razón ella resistía.

La noche discurría como tantas que habíamos compartido entre risas, cuentos y mis payasearías. En un momento las mujeres se metieron en la ínfima cocinita a preparar la cena, mientras mi amigo y yo nos sentábamos en el televisor, ya que el máximo dictador, pronunciaría un discurso  en el cual haría importantes declaraciones. Como siempre esperábamos la perorata sobre los grandes triunfos de la revolución y el brillante futuro que nos deparaba el destino, mientras el país se desmoronaba.

Realmente ,no estábamos pegados al televisor, ya habíamos visto la película, pero de pronto el sátrapa comenzó a llamarle a los despreciables gusanos apátridas “Comunidad cubana en el exterior”, no podíamos salir de nuestro asombro, pero lo que vino luego nos dejó en shock cuando dijo que se iba a fomentar la reunificación de la familia cubana permitiendo la salida de los presos y expresos políticos( grupo al cual pertenecía) y que también podrían salir los que sus familiares le reclamaran del exterior. Mi mundo, mis perspectivas y mi psiquis entraron en un torbellino inesperado. Ante mí se veía la posibilidad de lograr mi sueño de reunirme con mi madre y hermana y la mayoría de mi familia después de catorce años sin verle, además de huir de un entorno que me era hostil desde mi infancia, pues nunca comulgue con los gobernantes  impuestos, ni su filosofía, sobreviví y estudié por entender que era mi única opción para conseguir una vida, si no buena, aceptable. Podría haber tomado el camino más fácil, partir y abandonar a la familia que había creado y comenzar una nueva vida sin ataduras ni compromisos, pero pensaba que si lo hacía nunca sería feliz y ahí mismo tome la decisión de que nos íbamos todos, o ninguno. No sería fácil, mi mujer no tiene nada de tonta, es muy inteligente y le sobraban motivos para desconfiar y tomar una decisión que el tiempo ha demostrado habría sido desastrosa

La reacción de ella hacia mi alegría y entusiasmo no podría ser peor. Yo no me voy contigo a ninguna parte si aquí donde tengo toda mi familia tú te has portado como lo has hecho ¿Quién me asegura que mañana, cuando estés entre los tuyos, me dejas por cualquier pelandruja, y yo me quedo sola en un país extraño?, si quieres vete tú, pero yo me quedo con los míos.

La cosa se complicaba aún más, ya no solo era convencerla de mi genuino arrepentimiento, además tenía que lograr ganar su confianza de lanzarse a esta aventura hacia lo desconocido. Comprendí que no era sensato entrar en una discusión para la cual no tenía argumentos y que solo me quedaba confiar en mi inteligencia y perseverancia para convencerla basado en el amor que ella también sentía por mí, pero había poco tiempo.

Luego de la animada platica, pasamos a otro tema hasta que la noche y los tragos nos indicaron que era hora de irse a dormir y así lo hicimos en la pequeña salita donde bajo sabanas extrañas hicimos el amor como dos amantes que se buscan y se encuentran, en silencio y con la cabeza llena de imágenes posibles.

 

 

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