Sunday, November 22, 2015

ROLAND J. BEHAR: Incógnita en la Primavera Árabe

 
 

Rebeldes libios recorren el viernes pasado las calles de Trípoli, sacudidas esporádicamente por combates contra remanentes de las fuerzas leales al gobernante Moammar Kadafi.
Rebeldes libios recorren el viernes pasado las calles de Trípoli, sacudidas esporádicamente por combates contra remanentes de las fuerzas leales al gobernante Moammar Kadafi.
Str / AP





Ante la cadena de acontecimientos desplegados luego del comienzo de la llamada “primavera árabe” en Túnez, a todos, tanto expertos como neófitos, les surgen las interrogantes de qué pasara al final, quiénes detentaran el poder y cuál será el destino de estos pueblos, por tantos años aherrojados por férreas dictaduras, monarquías y satrapías.
Creo que aún no es tiempo para afirmar fehacientemente ninguna de las posibles opciones.
Si observamos la situación de Túnez y Egipto, vemos un paralelo pues, en esencia, luego de las manifestaciones populares, se produjeron golpes de estado en los cuales los aparatos de seguridad y el ejército de los regímenes anteriores reemplazaron al dictador y, por consiguiente, poco han cambiado la situación del país ni de los manifestantes. Eventualmente, designarán al nuevo líder; pero hasta ahora no se ven tendencias hacia la instauración de la democracia o del islamismo. Cabe notar los eventos ocurridos recientemente en la frontera entre Egipto e Israel, y la actitud tomada por el actual gobierno egipcio, que algunos consideran irresponsable en aras de complacer a los elementos islámicos anti-israelíes de la Plaza de Tahrir.
En la mayoría de los países de la zona, luego de la “liberación” de los europeos vencedores del imperio otomano en los albores del siglo XX, se ha desarrollado una suerte de bipolaridad entre los dictadores laicos de mano dura y de demostrada vocación por la tortura y el saqueo y los llamados islamistas, entre quienes encontramos versiones de mayor o menor ferocidad, pero siempre bajo la premisa de implantar la sharia como sistema de gobierno y fomentar la yihad contra Occidente.
Por otra parte, están las monarquías fabricadas por los británicos, con fuerte contenido islámico, quienes, al igual que los dictadores laicos, se afiliaron a Occidente o a la Unión Soviética de acuerdo a sus simpatías e intereses utilizándoles y siendo utilizadas por ambos al mismo tiempo. Mientras, todos intentaban ignorar lo que en esos países sucedía al ciudadano común.
En todos los casos, unas élites minúsculas, con respecto al número de habitantes de dichos países, disfrutan de “lujos orientales”, mientras la mayoría de la población vive a niveles infinitamente inferiores, sufriendo el abuso y corrupción de estas élites. Estas condiciones, junto a un mayor acceso a medios de comunicación, internet, twitter y telefonía celular, fueron las que produjeron la chispa de la llamada Primavera Árabe.
En Siria, los conflictos entre laicos del partido Ba’ath y los islamistas de la Hermandad Musulmana se remontan a 1963, cuando los islamistas comenzaron a hacer blanco de sus asesinatos y atentados a oficiales del gobierno, militares, profesionales e intelectuales. Esto culminó en un horrendo baño de sangre, precisamente en 1982, en la ciudad de Hama, cuando las fuerzas armadas, los aparatos de seguridad del Estado (incluyendo la aviación) cumpliendo órdenes del entonces presidente Hafez al-Asad (padre del actual) masacraron a la población de dicha ciudad de alrededor de 250,000 habitantes, donde se calcula que entre 15,000 y 40,000 personas perdieron la vida.
A pesar de la existencia de grupos de tendencia demócrata, todo parece indicar que a la caída del gobierno actual de Siria la balanza se incline hacia los islamistas aliados de Irán y patrocinadores de Hezbolá, Hamas y el Yihad Islámico. Malas noticias.
En Libia, donde al parecer presenciamos el ocaso de esa satrapía de 42 años de duración, el pronóstico es aún más difuso pues, al parecer, la resistencia está compuesta por tres factores fundamentales: ex miembros del régimen de Kadafi, ciudadanos libios residentes en el exterior –quienes, en muchos casos, han adquirido educación y fortuna– y un tercer componente, bastante numeroso, integrado por islamistas e incluso algunos veteranos de la guerra en Irak contra las fuerzas occidentales.
Fundamentalmente, los hombres de negocio y profesionales repatriados junto con los ex funcionarios, se han encargado de las labores de gobierno, planes de reconstrucción y conexiones con el exterior, mientras los islamistas han estado fundamentalmente envueltos en la lucha armada contra las fuerzas del régimen. Cuánto están dispuestos a compartir el poder, nadie lo sabe. En el caso de Yemen, todo parece indicar que la única opción es que triunfen los islámicos.
De cualquier modo predecir cuál será el destino de Siria, Libia, Túnez o Egipto, así como la estructura y composición final de su próximo gobierno, es mucho más difícil que pronosticar el rumbo de nuestros caprichosos huracanes. Quiera Dios que sea para bien.

ROLAND J. BEHAR: Incógnita en la Primavera Árabe

 
 

Rebeldes libios recorren el viernes pasado las calles de Trípoli, sacudidas esporádicamente por combates contra remanentes de las fuerzas leales al gobernante Moammar Kadafi.
Rebeldes libios recorren el viernes pasado las calles de Trípoli, sacudidas esporádicamente por combates contra remanentes de las fuerzas leales al gobernante Moammar Kadafi.
Str / AP





Ante la cadena de acontecimientos desplegados luego del comienzo de la llamada “primavera árabe” en Túnez, a todos, tanto expertos como neófitos, les surgen las interrogantes de qué pasara al final, quiénes detentaran el poder y cuál será el destino de estos pueblos, por tantos años aherrojados por férreas dictaduras, monarquías y satrapías.
Creo que aún no es tiempo para afirmar fehacientemente ninguna de las posibles opciones.
Si observamos la situación de Túnez y Egipto, vemos un paralelo pues, en esencia, luego de las manifestaciones populares, se produjeron golpes de estado en los cuales los aparatos de seguridad y el ejército de los regímenes anteriores reemplazaron al dictador y, por consiguiente, poco han cambiado la situación del país ni de los manifestantes. Eventualmente, designarán al nuevo líder; pero hasta ahora no se ven tendencias hacia la instauración de la democracia o del islamismo. Cabe notar los eventos ocurridos recientemente en la frontera entre Egipto e Israel, y la actitud tomada por el actual gobierno egipcio, que algunos consideran irresponsable en aras de complacer a los elementos islámicos anti-israelíes de la Plaza de Tahrir.
En la mayoría de los países de la zona, luego de la “liberación” de los europeos vencedores del imperio otomano en los albores del siglo XX, se ha desarrollado una suerte de bipolaridad entre los dictadores laicos de mano dura y de demostrada vocación por la tortura y el saqueo y los llamados islamistas, entre quienes encontramos versiones de mayor o menor ferocidad, pero siempre bajo la premisa de implantar la sharia como sistema de gobierno y fomentar la yihad contra Occidente.
Por otra parte, están las monarquías fabricadas por los británicos, con fuerte contenido islámico, quienes, al igual que los dictadores laicos, se afiliaron a Occidente o a la Unión Soviética de acuerdo a sus simpatías e intereses utilizándoles y siendo utilizadas por ambos al mismo tiempo. Mientras, todos intentaban ignorar lo que en esos países sucedía al ciudadano común.
En todos los casos, unas élites minúsculas, con respecto al número de habitantes de dichos países, disfrutan de “lujos orientales”, mientras la mayoría de la población vive a niveles infinitamente inferiores, sufriendo el abuso y corrupción de estas élites. Estas condiciones, junto a un mayor acceso a medios de comunicación, internet, twitter y telefonía celular, fueron las que produjeron la chispa de la llamada Primavera Árabe.
En Siria, los conflictos entre laicos del partido Ba’ath y los islamistas de la Hermandad Musulmana se remontan a 1963, cuando los islamistas comenzaron a hacer blanco de sus asesinatos y atentados a oficiales del gobierno, militares, profesionales e intelectuales. Esto culminó en un horrendo baño de sangre, precisamente en 1982, en la ciudad de Hama, cuando las fuerzas armadas, los aparatos de seguridad del Estado (incluyendo la aviación) cumpliendo órdenes del entonces presidente Hafez al-Asad (padre del actual) masacraron a la población de dicha ciudad de alrededor de 250,000 habitantes, donde se calcula que entre 15,000 y 40,000 personas perdieron la vida.
A pesar de la existencia de grupos de tendencia demócrata, todo parece indicar que a la caída del gobierno actual de Siria la balanza se incline hacia los islamistas aliados de Irán y patrocinadores de Hezbolá, Hamas y el Yihad Islámico. Malas noticias.
En Libia, donde al parecer presenciamos el ocaso de esa satrapía de 42 años de duración, el pronóstico es aún más difuso pues, al parecer, la resistencia está compuesta por tres factores fundamentales: ex miembros del régimen de Kadafi, ciudadanos libios residentes en el exterior –quienes, en muchos casos, han adquirido educación y fortuna– y un tercer componente, bastante numeroso, integrado por islamistas e incluso algunos veteranos de la guerra en Irak contra las fuerzas occidentales.
Fundamentalmente, los hombres de negocio y profesionales repatriados junto con los ex funcionarios, se han encargado de las labores de gobierno, planes de reconstrucción y conexiones con el exterior, mientras los islamistas han estado fundamentalmente envueltos en la lucha armada contra las fuerzas del régimen. Cuánto están dispuestos a compartir el poder, nadie lo sabe. En el caso de Yemen, todo parece indicar que la única opción es que triunfen los islámicos.
De cualquier modo predecir cuál será el destino de Siria, Libia, Túnez o Egipto, así como la estructura y composición final de su próximo gobierno, es mucho más difícil que pronosticar el rumbo de nuestros caprichosos huracanes. Quiera Dios que sea para bien.


Read more: http://www.elnuevoherald.com/2011/08/29/1011676/roland-j-behar-incognita-en-la.html#ixzz1WQnliUTz
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