Sunday, November 22, 2015
Percepcion y Realidad
La percepción y la realidad no siempre coinciden. En una visita que realicé a Israel hace unos años tuve la oportunidad de entrevistarme con el corresponsal principal de una de las cadenas noticiosas más importantes del mundo, destacado en Jerusalén, quien me comentó que en cierta calle de Tel Aviv están radicados más corresponsales extranjeros que en la mayoría de las capitales del mundo. Aun así lo que se reporta, lo que parece no es, necesariamente, la realidad.
La percepción, de acuerdo a lo que se reporta, es que los árabes israelíes (musulmanes, cristianos y drusos) forman parte de una minoría explotada y discriminada por la mayoría judía, pero a pesar de las diferencias y actitudes discriminatorias que cualquier grupo es capaz de sentir y ejercer sobre “los otros”, el sistema democrático israelí reduce al mínimo las consecuencias de este desagradable hábito humano, hasta el punto que la mayoría de los árabes-israelíes se sienten orgullosos de su ciudadanía y de su país.
No es un accidente fortuito, por citar algunos ejemplos: los árabes israelíes tienen un mayor grado de educación, un mayor grado de atención médica, un estándar de vida más alto que los árabes en cualquier otro lugar. La esperanza de vida de los árabes en Israel ha crecido en los últimos cuarenta años a partir de cerca de 52 años a más de 70 años y es sólo ligeramente inferior al de la población judía.
Si se analizan índices económicos y educativos y se compara a los árabes israelíes con los árabes en otros países, estos demuestran concluyentemente cuánto mejor viven los árabes israelíes que sus “primos” fuera de Israel. Además, los servicios de salud han sido otro entorno donde el gobierno israelí ha realizado valientes esfuerzos para proporcionar servicios iguales y el acceso a profesionales.
En 1999, una mujer árabe Rana Raslan, de 21 años de edad, de Haifa, fue nombrada Miss Israel, por primera vez en la historia de la nación. Sus palabras al ser coronada fueron: “Soy totalmente de Israel, y yo no pienso en si soy árabe o judía, soy israelí”. Este comentario envió un mensaje importante de la aceptación de los árabes israelíes a ambas poblaciones judías y árabes de Israel.
Ser israelí es una fuente de orgullo. El Índice anual de la Democracia, presentado recientemente por el Instituto Democracia Israel (IDI), muestra que la gran mayoría, el 86% de los judíos de Israel y el 65% de los árabes israelíes, se describen como muy o bastante orgullosos de ser ciudadanos de Israel. Dicha encuesta además indica que la institución nacional que más confianza les brinda es el IDF (Fuerzas de Defensa de Israel), de acuerdo al 88% de los encuestados.
Otra encuesta reciente encargada por Canal 10 y llevada a cabo por el instituto de investigación Statnet, que es dirigido por el estadístico árabe-israelí Yosef Makladeh, muestra que la gran mayoría de los árabes que viven en Israel, incluyendo Judea y Samaria (Cisjordania), preferiría vivir bajo administración israelí que bajo la Autoridad Palestina (AP).
Cualquier persona que no viva en Israel se sorprendería por estos resultados, aunque árabes, así como judíos, gozan de un alto nivel de vida en el único país libre en el Medio Oriente. Los árabes israelíes son empleados en todas las dependencias gubernamentales y reciben todos los servicios brindados a la población en general. Ellos estudian en todas las universidades, incluyendo la Universidad de Ariel en Samaria, y sirven como jueces, oficiales de las FDI, el parlamento, las fuerzas armadas y el ministerio de exteriores. Las acusaciones de apartheid dirigidas contra Israel son falsas y sin fundamento.
Creo que cabe mencionar a una árabe israelí, que representa a la mayoría de sus conciudadanos árabes. Anet Haskia es una musulmana que nació y se crió en la ciudad judeo-árabe de Akko, Israel, quien se prepara para entrar de lleno en la política israelí y critica a los miembros árabes de la Knesset, porque “ni siquiera uno” va a dar el pésame a las familias de los soldados israelíes muertos. Dice: “Estos diputados árabes gozan de derechos democráticos, pero no se dan cuenta de ellos”. Ella es madre de tres hijos. El mayor terminó su servicio en las Fuerzas de Defensa de Israel a principios de este año, su hija continúa su servicio como soldado profesional, y su hijo menor se ofreció como voluntario para un año de servicio pre-ejército. Ella invita a la próxima generación de los árabes-israelíes a “cambiar el rostro de la sociedad árabe israelí”. Sólo la democracia israelí promueve esta integración. ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
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