Empecemos por el principio.
Jordania está enclavada en la margen oriental
del rio Jordan y formaba parte de la Gran Palestina de los Romanos o la Siria
Meridional de los Otomanos. No existió como Transjordania hasta 1921 cuando
Winston Churchill la inventó. Estuvo
bajo la egida británica por los próximos 25 años durante los cuales creó,
entrenó y dirigió a uno de los ejércitos más eficaces de la región en aquella
época: la Legión Árabe. Esta fue
utilizada para capturar los territorios de la margen occidental del Jordán
(desde entonces en disputa) y la mitad oriental de Jerusalén en la guerra de
1948.
Luego de su fundación en 1922, su población
era de apenas 752,048 habitantes, entre los cuales se encontraban 589,177
musulmanes, 83,000 judíos, 71,464 cristianos y 7,617 de otras religiones.
Es en 1946 que Transjordania se hizo formalmente
independiente. Entonces Abdullah, a
quien los británicos habían instalado como el gobernante de la nación, asume el
título de rey y renombró a su país el
Reino Hachemita de Jordania. Sus
relaciones con Israel eran mejores que las de los países árabes. Los israelíes creían que sería posible llegar
a un acuerdo de paz con Abdullah.
Debido a la copiosa ayuda prestada por los
Estados Unidos y, anteriormente, por Gran Bretaña seguido esto por algunos
países árabes posteriormente, se crearon más fuentes de trabajo que las usuales
en la región, como ocurrió en Israel antes y después de su refundación; pero no
con la misma intensidad económica. Hoy en día la población jordana cuenta con 7,
837,817 de habitantes compuesta más del 50% (algunos sugieren el 70%) de ciudadanos
de origen palestino provenientes del oeste del Jordán, más de un millón de iraquíes y un
millón de refugiados sirios, gente que viene de la guerra.
En la mayoría de los países donde se violan
los derechos humanos, las minorías vulnerables son las víctimas típicas. No así
en Jordania, donde la mayoría palestina es discriminada por la dinastía
hachemita gobernante, sostenida por una población beduina minoritaria, desde el
momento en que ocupó Judea y Samaria durante la guerra de 1948.
Los palestinos de Jordania no solo son
discriminados: les niegan la ciudadanía jordana a muchos de ellos y llegan incluso
a retirársela a muchos que la habían obtenido. Se les dificulta asumir posiciones
gubernamentales y legislativas. No hay un solo palestino que sirva como
gobernador de cualquiera de las doce gobernaciones de Jordania. Décadas de
tales prácticas han dejado a los palestinos en Jordania sin representación
política, sin acceso al poder, sin educación competitiva y restricciones en el
único campo en el que pueden sobresalir: los negocios. Son ellos los que
impulsan la economía del país: pagan pesados impuestos, no reciben beneficios
estatales y tienen muy poca representación
política.
Simplemente, les usan como peones en su juego
contra Israel amenazando con hacer que Jerusalén sea responsable de los
jordanos de ascendencia palestina en nombre del "derecho al retorno".
De hecho, desde el 2008, el gobierno jordano ha adoptado una política de
despojar a algunos palestinos de su ciudadanía. Según un informe de Human
Rights Watch de febrero, el gobierno jordano ha justificado oficialmente su
posición con el argumento de que "… se
debe agradecer a Jordania que se oponga a las ambiciones israelíes de descargar
la tierra palestina de su pueblo…" aduciendo “…el objetivo secreto israelí de imponer una solución a los refugiados
palestinos a expensas de Jordania…".
En 1966, el portavoz de la OLP, Ahmed
Shukeiry, declaró que: “El Reino de
Jordania debe convertirse en la República Palestina …”
Yasser Arafat también lo afirmó y trató de
llevarlo a cabo entre 1970 y 1971, cuando organizó un complot contra el Rey
Hussein, conocido como "Septiembre Negro", en el cual fue derrotado y
hasta ahí pudo operar libremente en Jordania.
El maltrato por parte del gobierno jordano
contra los palestinos ha tenido un impacto significativo. Hoy en día, los palestinos
son una bomba esperando estallar, guiados por los ejemplos contra Mubarak en
Egipto, Gadafi en Libia y Assad de Siria.
Los palestinos en Jordania han desarrollado un
odio intenso hacia los militares, no se les permite unirse al ejército y ven
como los soldados beduinos tienen todo tipo de ventajas en la educación, el
cuidado de la salud, los impuestos internos y la exención de aranceles en
vehículos de lujo.
Al parecer,
los palestinos de Jordania que no dependen de la Autoridad Palestina, se
han organizado política y económicamente y cada mes están exigiendo más ser
considerados como se merecen. Hasta ahora están intentándolo por el momento por
la vía política; pero eso puede cambiar si no lo logran para dar paso a la
violencia. Ojalá que logren sus objetivos a las buenas. Esa no seria una mala opción para un Estado
Palestino. ¿A Ud. no le parece? A
mí, sí.
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