Inmediatamente después del sorpresivo ataque
contra una base aérea Siria por parte de la fuerza aérea norteamericana como
consecuencia del uso de gas sarín contra civiles sirios, este conflicto volvió
a ocupar primera plana.
A pesar de su usual indiferencia ante estas
crisis, occidente no ha podido ignorarla completamente como en el caso de las
masacres en Darfur. Les han obligado a reconocerla los centenares de miles de
refugiados que han arribado a sus fronteras en busca de alivio y, sobre todo,
de los generosos subsidios que los países europeos brindan a sus residentes,
sean refugiados o no.
Muchos se preguntan por qué los refugiados
sirios no se dirigen hacia otros países musulmanes. Si sólo fuera por la
inmensa ventaja económica que los países de Europa les brindan, parecería una contradicción
que emigraran hacia lugares tan ajenos a su cultura, sus tradiciones y su
religión, pero, al parecer, no solo lo hacen por lo ventajoso. Es que no tienen
otra opción.
Los sirios han vivido bajo un régimen secular durante
la mayor parte de su historia contemporánea.
Su interrelación con occidente data de principios del pasado siglo. Por ello, su desarrollo cultural, económico y
social no tiene comparación con la mayoría del de sus correligionarios, quienes,
sometidos bajo regímenes pseudo teocráticos o monárquicos, se mantienen en
total dependencia y aislados del resto del mundo por sus gobernantes. El arribo de estos refugiados podría ser una
mala influencia para los que ostentan el poder. No son bienvenidos
Los
sirios, además, conocen el precedente de cómo han sido y son tratados otros
refugiados en los países árabes.
Arabia Saudita, con más de treinta millones de
habitantes y una sólida economía petrolera, sería el candidato ideal para
recibirles. Dueños de la Meca y cuna del
islam, deberían ser los más generosos con sus hermanos en desgracia. Pero no es así. Desde la refundación del
Estado de Israel, hubo palestinos que buscaron refugio en Arabia Saudita, donde
hoy son más de 400,000. Allí funciona un sistema que exige que estos tengan un
patrocinador saudí. El sistema de patrocinio saudita otorga un poder inmenso al
patrocinador. Ha sido utilizado por
algunos para ejercer un poder abusivo sobre los trabajadores migrantes, cercano
a la esclavitud de por vida, pues nunca consiguen la ciudadanía saudí.
En el vecino Líbano existen leyes y decretos
ministeriales erigiendo barreras legales e institucionales que privan a los
refugiados palestinos del derecho al trabajo, a la seguridad social y a unirse
a los sindicatos libaneses. Por ejemplo, los refugiados palestinos están
sujetos a las normas legales que rigen a los trabajadores extranjeros, incluido
el principio de reciprocidad y el requisito de obtener un permiso de
trabajo. Como no existe un Estado de
Palestina con relaciones diplomáticas oficiales y acuerdos de reciprocidad con
el Líbano, esto crea, inmediatamente, un obstáculo que impide a los refugiados
palestinos obtener permisos de trabajo, especialmente, dentro de las
asociaciones profesionales. Este reglamento existe y se aplica en el Líbano a
pesar de que el artículo 7 de la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los
Refugiados, que el Líbano no ha firmado, exime a los refugiados del principio
de reciprocidad y les permite trabajar sin permiso tres años después Establecen
residencia en el país de asilo.
A los estudiantes palestinos se les niega la
inscripción en las instalaciones educativas públicas, ya que la ley libanesa
exige que los estudiantes sean ciudadanos libaneses. Aunque los refugiados palestinos pueden
obtener títulos educativos de escuelas privadas y universidades en cualquier
campo, se les prohíbe practicar en más de 20 profesiones diferentes. Esto
incluye medicina, derecho, ingeniería y farmacia. Además, no pueden trabajar en
profesiones que requieren afiliación a un sindicato en particular, porque los
estatutos de tales organizaciones requieren que sus miembros posean la
nacionalidad libanesa o prevean reciprocidad.
A los palestinos no se les permite ser
ciudadanos de los países árabes, de acuerdo con el Decreto 1547 de la Liga
Árabe para 1959, incluso en Jordania ya no pueden ser ciudadanos. Los
palestinos enfrentan severas restricciones de viaje en todo el mundo árabe. No
reciben pasaportes y sus documentos de viaje sólo son aceptados por unos pocos
países. Los palestinos no pueden votar ni postularse en las elecciones
nacionales. Los niños nacidos de palestinos no obtienen la ciudadanía en sus
países de acogida, violando el artículo 7 de la Convención sobre los Derechos
del Niño.
En fin, los refugiados sirios están entre la
espada y la pared. Quiera D-os que cese la carnicería y se restablezca la paz,
es lo mejor para todos. ¿A Ud no le parece? A mí, sí.
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