Alrededor de 1150, el sultán Sandjar, el
último de los grandes monarcas selyúcidas, creó la provincia del Kurdistán.
Hasta entonces, las tierras de los kurdos se conocían por los geógrafos griegos
como la "Djibal”, que significa “la montaña” para los árabes. Es, por lo
tanto, un sultán turco quien, en deferencia a la personalidad distintiva del
país, le da el nombre de provincia de Kurdistán y, como capital, el pueblo de
Bahar (que significa “la primavera”)
El pueblo kurdo es un grupo étnico
heterogéneo. Se supone que su origen data al año 612 anterior a nuestra era. Proviene
de áreas que hoy son partes de Iraq, Irán, Turquía y Siria. Producto de ello
han sido, de algún modo, absorbidos en otras culturas como las de Irán,
Azerbaiyán, Turquía y otras culturas árabes. Se distinguen por su costumbre de celebrar,
a un nivel único en la región, su devoción por la igualdad y la tolerancia,
además de la posición que sus mujeres ocupan en la sociedad a diferencia de sus
vecinos. Han pagado por ello.
Producto de las circunstancias, los kurdos se reinventaron
a sí mismos; como musulmanes, después de la invasión árabe y la conquista; como
suníes, en su mayoría hasta hoy, después de la ocupación de los turcos otomanos; como chiítas, después
de la invasión persa; como nacionalistas por secuela de la Primera Guerra
Mundial y la disolución del Imperio Otomano; como revolucionarios políticos
(Partido de los Trabajadores kurdos - PKK) en Turquía e Irak (Partido
democrático del Kurdistán - PDK) en la década del 1970 y, finalmente, como seculares,
luchadores por la libertad (Peshmerga) en la década del 1990 intentando lograr un gobierno regional unificado
democrático para Kurdistán (GRK) que proporcione todos los derechos civiles
básicos a sus ciudadanos, incluyendo la igualdad de derechos a las mujeres, y a
todos los grupos étnicos y religiones.
Son de admirar.
Luego de la derrota del Imperio Otomano por
parte de los aliados tras la primera guerra mundial, el Medio Oriente fue
repartido, a capricho y como un gran pastel, entre ingleses y franceses. Se
crearon, a través de fronteras artificiales, los países que hoy lo componen,
favoreciendo a los pocos colaboradores que los occidentales tuvieron durante la
guerra puesto que la mayoría de los árabes apoyaba al Eje. Los kurdos, a pesar
de ser un pueblo milenario, quedaron fuera del reparto.
Se les ha prohibido hablar kurdo en público, han
tenido que cambiar sus nombres por nombres comunes a las etnias locales para
poder conseguir un trabajo o para inscribir a sus hijos en la escuela. Sus
libros, música y ropas tradicionales son consideradas contrabando y tienen que
esconderse en sus casas. Corren el
riesgo de ser encarcelados si las autoridades registran sus domicilios y
encuentran algo kurdo. En los últimos años, Irán y Turquía han relajado, en
parte, su represión cultural sistémica, mientras que los kurdos iraquíes han
logrado una relativa autonomía.
Cuando al comandante de una unidad Peshmerga
se le preguntó por qué país sienten los kurdos más cercanía, refiriéndose a
Israel dijo: "Creemos que Israel es nuestro amigo más cercano en la lucha”.
"Tenemos una historia común ”. Una mujer que se encontraba presente
comentó que la relación entre los judíos y los kurdos se remonta a la época del
Imperio Persa.
De hecho, durante décadas, los nacionalistas
árabes, islamistas y el régimen iraní constantemente les comparan con los
israelíes. Ali Akbar Velayati, ex canciller iraní, ha afirmado que los EE.UU. “conspira
para establecer un segundo Israel en la región" en la forma de un
Kurdistán libre. Israel ha mantenido estrechas relaciones de solidaridad y
colaboración en todos los campos con los kurdos por décadas.
En la práctica, grupos kurdos como el Partido
Democrático de Irán Kurdistán (PDKI), que se oponen al régimen iraní, colaboran
con otros grupos minoritarios oprimidos tales como azeríes y baluchis. En el
Kurdistán iraquí se ven iglesias y templos cristianos Yazidi, y la convivencia
de diferentes grupos étnicos y religiosos es incuestionable.
Quizás por el respeto al otro que practican en
su sociedad, por sus valores democráticos y su secularidad, los kurdos no
reciben la solidaridad ni el apoyo de los grupos “progresistas” de la izquierda
occidental, que prefieren solidarizarse con los terroristas de a Hamas o la
Autoridad Palestina y hacerlos depositarios y beneficiados de su” buenismo”.
Mientras tanto, los hombres y las mujeres
kurdas representan la primera línea de fuego frente al califato y el
radicalismo islámico y a favor de un estado democrático donde se respeten los
derechos de todos los ciudadanos como en Israel. Quizás esa sea la razón por lo
que los “izquierdosos” no les apoyan ¿A Ud. no le parece? A mí, sí.
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