ROLAND J. BEHAR: El dolor del otro
By ROLAND J. BEHAR
Hace pensar y pienso. Desde su aparición hace 1,400 años el Islam, además de ser una religión, es un modo de vida, con leyes y preceptos establecidos para gobernar en los territorios adquiridos, puesto que en sus inicios carecía de ellos y los ha tomado desde entonces por y a la fuerza.
Los musulmanes históricamente han construido sus mezquitas tan pronto ha sido posible en los territorios conquistados, de la manera más fastuosa posible para demostrar el dominio del Islam en dicha área; recuérdese que Islam quiere decir sometimiento.
A raíz del 9/11 lamentablemente se desataron algunos incidentes de islamofobia, que afortunadamente fueron controlados con rapidez y los culpables pagaron por ello.
En honor a la verdad, a diferencia de los iraquíes, los palestinos y otras naciones que mostraron abiertamente su regocijo ante la barbarie del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, la comunidad musulmana norteamericana, si no condenó el hecho apasionadamente, tampoco lo aplaudió y desde entonces ha mantenido el mismo bajo perfil de siempre, como ciudadanos del país con cualquier otra religión, disfrutando su derecho de profesar su fe sin ser molestados ni discriminados por ello. Pero al mismo tiempo ``lo islámico'' dejó de ser un tema de académicos y se convirtió en una materia de comentario y análisis del ciudadano común, con profusión de artículos periodísticos, libros políticamente correctos e incorrectos, documentales, etc., en fin, pasó a primer plano.
Desde que se comenzó a hablar de este mega centro islámico a sólo unas cuadras de la Zona Cero, donde antes se erigían las emblemáticas Torres Gemelas, se ha disparado el interés del norteamericano medio acerca de la comunidad musulmana local, sus intereses, su actitud con respecto al tema del terrorismo internacional, la yihad y la pretendida imposición de la sharia en Europa y quizás aquí, lo cual implica un reto para dicha comunidad y les pone en una posición difícil con respecto a sus lealtades, considerando la poca flexibilidad de los islamistas ortodoxos con respecto al tema.
En otras palabras la edificación de la llamada Mezquita Córdoba, por otros conocida como ``911 Mosque'', puede hacer más daño que bien a la comunidad musulmana norteamericana, porque aunque todos coinciden que tienen el derecho legal para edificarla, hacerlo constituye un desprecio total por la sensibilidad, no sólo de las víctimas y sus familiares, sino de todos los neoyorquinos cuyas vidas se vieron afectadas por tan sangriento hecho, perpetuado por terroristas islámicos.
Para los musulmanes reflexivos, que conceptual y religiosamente desean el restablecimiento del Califato y la imposición de la sharia en el orbe, la controversia actual también les perjudica pues saben que aún no es el momento para una conflagración violenta donde saldrían vencedores y prefieren seguir laborando en su tesis de que la sociedad occidental ha de destruirse desde adentro, con el fin de imponer el Islam.
Incluso los extremistas, patrocinadores y promotores de la violencia y la yihad como el doctor Abd al-Mu'ti Bayumi, miembro de la Academia de Investigaciones Islámicas de Egipto y una de las voces más autorizadas de los sunitas, declaró al respecto a través del periódico Al Masry Al Youm que rechaza totalmente la construcción de dicho edificio y dicha mezquita en esa área debido a que considera que el proyecto proviene de una ``mentalidad diabólica'' que desea conectar los sucesos del 11 de septiembre del 2001 con el Islam, quien según él es inocente de dicha acusación y que todo no es más que una ``conspiración sionista'' dirigida a dañar la imagen de su religión.
En fin, personalmente pienso que nadie se beneficia con la construcción de dicho megacentro islámico en ese lugar, que los trágicos eventos convirtieron en sagrado. Del mismo modo que no debemos combatir el odio con odio, tenemos que ser sensibles ante el dolor del otro, pues la vida a veces nos lleva a ser el otro.
No hubiera sido una mala idea que una representación de los musulmanes norteamericanos, buscando la reconciliación, se hubiera acercado a los familiares de las víctimas del 9/11 a mostrarles su solidaridad como ciudadanos de este país que compartían su pena, y quizás habrían obtenido de ellos algunas ideas para conseguirla. Ellos aún esperan, nosotros también.
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